Fiebre del caballo de Potomac: Causa y Tratamiento

La fiebre del caballo de Potomac (PHF) es una enfermedad que afecta a los caballos durante los meses de clima cálido, causando ocasionalmente brotes de enfermedades diarreicas en caballos que se mantienen cerca de ríos, arroyos o en pastos irrigados.

La bacteria responsable de la enfermedad, Neorickettsia risticii, tiene una historia inusual: se ha identificado en trematodos (gusanos planos) que se desarrollan en caracoles acuáticos. Cuando el agua se calienta durante el verano, los gusanos inmaduros infectados, llamados cercarias, se liberan de los caracoles al medio acuático. Estos trematodos inmaduros pueden ser tragados por caballos que beben de ríos o arroyos, pero, más comúnmente, son recogidos por insectos acuáticos como moscas cad, efímeras, caballitos del diablo y libélulas, donde se desarrollan en su próxima etapa de vida, las metacercarias. Los insectos acuáticos infectados, como las moscas de los caballos y las efímeras, que pueden eclosionar en masa, también pueden llevar el organismo a los caballos para que lo recojan mientras pastan.

Esta ruta se demostró en un brote de PHF en agosto de 2005 en Minnesota en el que se vieron afectados caballos en un espectáculo a más de cinco millas de un río. Una gran escotilla de efímeras ocurrió en un fin de semana caluroso y ventoso, presumiblemente del río Mississippi. Volaron hacia el recinto del espectáculo y se sintieron atraídos por las brillantes luces de seguridad fuera de los graneros. Las efímeras efímeras murieron por miles, llenando el suelo con pulgadas de insectos. Al menos seis caballos en el espectáculo desarrollaron PHF en las siguientes dos semanas. N. risticii se encontró en moscas de mayo que permanecían en pequeñas telarañas en interiores. La investigación posterior determinó que se produjeron casos adicionales en granjas de la zona en el mismo período de tiempo, y las luces encendidas o cerca de los establos de caballos por la noche se asociaron con un mayor riesgo de FPH. Este hallazgo proporciona una herramienta sencilla para reducir el riesgo de esta enfermedad: apagar las luces nocturnas durante los momentos en que los insectos acuáticos están eclosionando.

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