Ockham ha sido llamado «el mayor nominalista que jamás vivió» y tanto él como Duns Scoto, su homólogo en el bando realista, han sido considerados por algunos como las dos «mentes especulativas más grandes de la Edad Media» entre los pensadores pertenecientes a la escuela franciscana. Por ello, se ha escrito que son «dos de los metafísicos más profundos que jamás vivieron»(C. S. Peirce, 1869), honor que comparten con otros autores medievales como Agustín de Hipona, Alberto Magno, Tomás de Aquino, Buenaventura de Fidanza, Nicolás de Cusa o Giordano Bruno (cfr. cualquiera de las ediciones de la conocida obra de Etienne Gilson, Historia de la filosofía Medieval). A pesar de considerarse un devoto seguidor de Aristóteles, encontró dudosas muchas de sus opiniones y su objetivo era liberar a la cristiandad de lo que veía como influjos corruptos de la filosofía griega mediante interpretaciones nuevas a las del status quo.
Navaja de OckhamEditar
En sus razonamientos hizo frecuente uso del «principio de economía», aunque no llegase a escribir la frase que se le atribuye: «entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem» (no hay que multiplicar los entes sin necesidad); por ello, aunque dicho principio es muy anterior a él —ya lo utilizaban los antiguos griegos y aparece en el Organon aristotélico—, fue bautizado como «navaja de Ockham», «con la que puso las barbas de Platón a afeitar». La formulación de esta máxima, conocida en el ámbito cultural anglosajón como principio de parsimonia, tal como la formuló Bertrand Russell (1946, 462—463) en los Principia, establece que si un fenómeno puede explicarse sin suponer entidad hipotética alguna, no hay motivo para suponerla. Es decir, siempre debe optarse por una explicación en términos del menor número posible de causas, factores o variables.
Para Guillermo de Ockham, la única entidad verdaderamente necesaria es Dios; todo lo demás es contingente. Por tanto, no acepta el principio de razón suficiente, rechaza la distinción entre esencia y existencia y se opone a la doctrina tomista de intelecto agente y paciente. El escepticismo al que conduce su solicitud ontológica de parsimonia aparece en su doctrina de que la razón humana no puede probar ni la inmortalidad del alma; ni la existencia, unidad e infinitud de Dios. Estas verdades, enseña, las conocemos solo por revelación.
NominalismoEditar
Ockham niega que nada universal exista fuera de la mente. Su punto de vista (no acertadamente llamado nominalismo) se denomina como conceptualismo, donde los universales no son entidades lingüísticas sino conceptos generales que vemos en las cosas y luego formamos los conceptos generales por un proceso de abstracción. Ockham argumenta que es contradictoria la misma idea de universalidad si existe, pues entonces sería un algo particular con cualidades particulares.
Pionero del nominalismo, algunos consideran a Ockham el padre de la moderna epistemología y de la filosofía moderna en general, debido a su estricta argumentación de que solo los individuos existen, más que los universales, esencias o formas supraindividuales, y que los universales son producto de la abstracción de individuos por parte de la mente humana y no tienen existencia fuera de ella. Ockham es considerado a veces un defensor del conceptualismo más que del nominalismo, ya que mientras los nominalistas sostenían que los universales eran meros nombres, es decir, palabras más que realidades existentes, los conceptualistas sostenían que eran conceptos mentales generales que vemos en las cosas, es decir, los nombres eran nombres de conceptos como la idea de azul o caballo, que sí existen, aunque solo en la mente. Ockham argumenta que es contradictoria la misma idea de universalidad si existe, pues entonces sería un algo particular con cualidades particulares.
Su tesis sobre la diferencia entre «lo universal” y «lo particular” (lo universal, decía, solo existe en la mente humana) la aplicó a la religión, y por ello se le considera un precursor de la separación entre razón y fe. Para conocer a Dios, según Ockham, solo puede servir la fe. Se alejaba así de Tomás de Aquino, partidario de conjugar filosofía y teología.
ÉticaEditar
Ockham también rechazo la ley natural de Aquino como base ética, sosteniendo que depende enteramente del mandato divino. Ockham era un voluntarista teológico que creía que si Dios hubiera querido, podría haberse encarnado como un burro o un buey, o incluso como un burro y un hombre al mismo tiempo. Fue criticado por esta creencia por sus compañeros teólogos y filósofos.
PolíticaEditar
Ockham es también cada vez más reconocido como un importante contribuyente al desarrollo de las ideas constitucionales occidentales, especialmente las de gobierno de responsabilidad limitada. Los puntos de vista sobre la responsabilidad monárquica expuestos en su Dialogus (escrito entre 1332 y 1347) tuvieron gran influencia en el movimiento conciliar y ayudaron al surgimiento de ideologías democráticas liberales.
En Derecho se atribuye a Ockham, en el contexto de la querella de la pobreza del Papa Juan XXII con los franciscanos, la introducción o invención del concepto de derecho subjetivo, como un poder correspondiente a un individuo (Opus nonaginta dierum). Ello sin perjuicio de que se discuta su previa aparición en Tomás de Aquino o en el derecho romano.
LógicaEditar
En lógica, Ockham trabajó en dirección a lo que más tarde se llamaría Leyes de De Morgan y lógica ternaria, es decir, un sistema lógico con tres valores de verdad, concepto que sería retomado en la lógica matemática de los siglos XIX y XX.