De Sonia Villalon
A pesar de algunas excepciones, los pinnípedos y los cetáceos no suelen beber. En la mayoría de los casos, el agua es suministrada por el metabolismo de las proteínas de la presa (agua metabólica) y la oxidación de la grasa (agua potable). En los cetáceos, estas aguas pueden ser suficientes para mantener un equilibrio hídrico en el cuerpo. Esto se debe a que la presa contiene una gran cantidad de agua y la pérdida de agua debido a la evaporación es muy baja en estos animales marinos.
Sin embargo, en un ambiente donde la pérdida de agua debido a la evaporación es significativa, p.ej. en el caso del estrés osmótico, se cree que muchas especies de mamíferos marinos tienen la capacidad de hidratarse al ingerir agua de mar. La osmorregulación es el conjunto de procesos internos que regulan las concentraciones de agua y sales disueltas en los fluidos corporales a pesar de las fluctuaciones en las concentraciones del entorno externo. Hablamos de equilibrio osmótico cuando estas concentraciones se mantienen estables, en valores que permiten al cuerpo realizar todas sus funciones vitales. Cuando se pierde este equilibrio, nos referimos al estrés osmótico. Este es el caso cuando hay un aumento en la evaporación del agua, ya que desencadena un aumento en la concentración de sal en el cuerpo.
Hidratarse con agua salada
¿Cómo logran los mamíferos marinos hidratarse con agua salada? A través de adaptaciones especiales que han desarrollado, a diferencia de la mayoría de los mamíferos terrestres. De hecho, los riñones de los mamíferos marinos son tan eficaces que estos últimos son capaces de excretar una orina que tiene una concentración de sal más alta que el agua de mar en sí y, por lo tanto, pueden acceder a un suministro de agua dulce mediante la ingestión de agua salada.
Pero, ¿cómo es posible saber cuándo un mamífero marino bebe agua de mar y cuánto? Los investigadores pueden medir la cantidad de agua de mar ingerida por un organismo utilizando trazadores isotópicos. Estos trazadores son átomos que se introducen o ya están presentes de forma natural en el agua, que pueden diferenciarse y detectarse gracias a su masa. Los investigadores agregan la cantidad de agua ingerida por la ingesta de alimentos y el metabolismo, y luego comparan esa cantidad con la cantidad total de agua pasada al cuerpo. La diferencia entre estas dos cantidades les da una buena idea de la cantidad de agua de mar que se ha bebido.