Este emblemático museo se encuentra en el antiguo Palacio Presidencial, construido entre 1913 y 1920 y utilizado por una serie de presidentes cubanos, que culminó con Fulgencio Batista. El mundialmente famoso Tiffany’s de Nueva York decoró el interior, y el reluciente Salón de los Espejos fue diseñado para parecerse a la habitación del mismo nombre en el Palacio de Versalles.
El museo, diseñado principalmente para ayudar a los cubanos a comprender su propia historia, desciende cronológicamente desde el piso superior, centrándose en los eventos previos, durante e inmediatamente después de la Revolución Cubana. Presenta una historia a veces desaliñada pero siempre convincente, contada en inglés y español, y teñida de mucha propaganda.
La escalera central del palacio, custodiada por un busto de José Martí, aún conserva los agujeros de bala hechos durante un ataque fallido en marzo de 1957 por un grupo estudiantil revolucionario que intentó asesinar a Batista.
Las escaleras te llevan al segundo piso y a varias salas importantes libres de exposiciones, incluido el Salón Dorado (decorado en estilo Luis XVI y que una vez se usó para banquetes), el Despacho Presidencial (Oficina del Presidente, donde Fidel Castro juró en 1959) y la capilla (capilla, con una lámpara de araña de Tiffany).
Delante del edificio hay un fragmento de la antigua muralla de la ciudad, así como un tanque SAU-100 utilizado por Castro durante la batalla de Bahía de Cochinos de 1961. En el espacio de atrás se encuentra el Pabellón Granma, que contiene una réplica del yate de 18 metros que llevó a Castro y a otros 81 revolucionarios de Tuxpán, México, a Cuba en diciembre de 1956. El barco está encerrado en vidrio y protegido 24/7, presumiblemente para detener a cualquier persona de ruptura y la navegación fuera de la Florida en ella. El pabellón está rodeado de otros vehículos asociados con la revolución, incluidos aviones, cohetes y una vieja furgoneta postal que se utilizó como vehículo de huida durante el ataque de 1957.