Los pacientes con SII de 50 años o más deben someterse a pruebas más extensas, incluso una colonoscopia. En pacientes con EII, la colonoscopia o sigmoidoscopia revela que el recto casi siempre está involucrado en la CUCI, pero con frecuencia se evita en la EC. La enfermedad puede limitarse al recto (proctitis), al recto, al colon sigmoide y descendente (colitis del lado izquierdo) o a todo el colon (pancolitis). La UC no implican ningún otro segmento del tracto GASTROINTESTINAL. La colectomía es curativa. La colonoscopia con ileoscopia en la evaluación de la EC tiene una sensibilidad del 74% y una especificidad del 100%, lo que lleva a un valor predictivo positivo del 100% como prueba diagnóstica.
Los niveles de VSG y de proteína C reactiva (PCR) a menudo se usan como marcadores serológicos de inflamación en pacientes con EII; sin embargo, estos hallazgos no son específicos. La medición de estos marcadores inflamatorios ayuda a monitorear la actividad de la enfermedad y la respuesta al tratamiento. Es posible que un número pequeño pero significativo de pacientes con EC o CUCI no tengan niveles elevados de VSG o PCR, incluso en el entorno de inflamación activa significativa.
En pacientes con sospecha de SII, se puede indicar una dieta sin lactosa durante 1 semana junto con suplementos de lactasa. La mejoría incrimina la intolerancia a la lactosa, aunque la historia clínica del paciente y la respuesta a un ensayo pueden ser poco fiables. Por lo tanto, algunos gastroenterólogos recomiendan una prueba formal de hidrógeno en el aliento. También se debe considerar la intolerancia a la fructosa. Las pruebas de aliento también se pueden usar para evaluar el crecimiento excesivo de bacterias del intestino delgado, ya que la aspiración formal de yeyuno ahora rara vez se realiza.
La Esofagogastroduodenoscopia se utiliza para evaluar los síntomas del tracto gastrointestinal superior en pacientes con EII, particularmente en pacientes con EC. En pacientes con SII, la esofagogastroduodenoscopia con posible biopsia está indicada en pacientes con dispepsia persistente, si la pérdida de peso o los síntomas sugieren una mala absorción, o si la enfermedad celíaca es motivo de preocupación.
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